Porque en tus dulces brazos me colmenas,
porque en tu risa me atas y docilas,
porque a tu tierno fuego me pabilas,
cuán dulce es el metal de tus cadenas.
Porque a tu mar de amor así me arenas,
y en tu pecho de abeja así me asilas,
y el corazón me hieres y febrilas,
cuán dulce es el metal de tus cadenas.
Cuán suave el viento mece tus avenas,
cómo de estrella y cielo te rutilas
cuanto por mí tus manos yerbabuenas
y con tus ojos me ardes y lucilas,
que la vida me das y me la llenas
con el dulce metal de tus cadenas.
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